Al comprar un colchón, es importante considerar cómo se siente al recostarte, ya que esto influye de manera directa en tu descanso. Sin embargo, esta experiencia varía según tu peso, estatura, postura y preferencias personales.
En este artículo, conocerás las características de los 3 niveles de sensación de los colchones para elegir la opción más adecuada para ti. ¡Sigue leyendo y disfruta de un sueño reparador cada noche!

La sensación de un colchón es la impresión que percibes al acostarte. Puedes notar hundimiento, estabilidad o un punto intermedio según tu peso, postura, materiales del modelo y el grado de soporte que ofrece.
Los colchones incorporan una capa de confort que ayuda a aliviar la presión en hombros y caderas. En general, se fabrica con espuma viscoelástica, reconocida por su suavidad y adaptabilidad. Por su parte, el núcleo está compuesto por elementos más densos que aportan firmeza y mantienen la estructura durante toda la noche.
Entre ambas capas se ubican las zonas de transición, que equilibran el contacto entre el cuerpo y la superficie del colchón. Por eso, cada persona experimenta una comodidad distinta y una percepción única del descanso.

En Paraíso, contamos con una escala ergonómica para medir la sensación del colchón, donde 1 es muy firme y 5 muy cómodo. A continuación, te presentamos los 3 niveles que te ayudarán a identificar el más adecuado para ti:
Los colchones suaves se sitúan entre 4 y 5 en el rango de firmeza, ofreciendo una base mullida con efecto envolvente. Son ideales para aliviar la presión en hombros y caderas, sobre todo si duermes de lado, y su diseño adaptable disminuye la tensión en zonas sensibles.
A pesar de que resultan muy cómodos, estos no siempre son buenos para personas con mayor peso corporal, ya que el exceso de hundimiento puede desalinear la columna y provocar molestias con el tiempo.
Además, incorpora espumas de baja densidad que se ajustan al contorno del cuerpo, creando una superficie que se amolda al movimiento, aunque limita el rebote y la libertad al voltearte. Por ello, si cambias de posición durante la noche, podrías notar cierta incomodidad por la falta de soporte firme.
Los colchones de sensación intermedia se ubican en un 3 de 5 en la escala ergonómica, combinando suavidad y firmeza en proporciones equilibradas. Se adaptan con facilidad a distintas posturas de descanso e incluyen una capa superior flexible y un núcleo sólido que brinda estabilidad durante toda la noche.
Estos modelos están elaborados con espuma viscoelástica, proporcionando la elasticidad suficiente para que puedas moverte sin dificultad y conserves el apoyo lumbar. Si tienes pareja o cambias de posición al dormir, esta alternativa es excelente, pues distribuye la presión en hombros y caderas mientras mantienen la columna alineada.
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Los colchones firmes, con un nivel de rigidez entre 1 y 2, brindan una base sólida y estable que reduce hundimientos excesivos y ayuda a que la columna permanezca recta. Se recomienda a personas de complexión robusta o que duermen boca abajo
Al acostarse, la primera sensación es de firmeza, porque el cuerpo se mantiene sobre la superficie sin hundirse demasiado. Esta característica permite distribuir el peso de forma uniforme y aporta estabilidad en cada movimiento. A diferencia de los modelos suaves, los firmes previenen curvaturas marcadas y favorecen un descanso equilibrado.
En cuanto a los materiales, incorporan espumas de alta densidad y capas con menor acolchado, garantizando durabilidad y soporte. Aunque pueden sentirse más rígidos al principio, son perfectos si quieres evitar posturas inadecuadas que generan molestias en la espalda.

La firmeza de un colchón no se percibe igual para todos. Estas son las variables que debes considerar antes de elegir el modelo más adecuado para ti:
El peso influye en cómo sientes el colchón. Las personas de complexión ligera descansan mejor en modelos suaves, pues estos se amoldan al cuerpo con facilidad. En cambio, quienes tienen mayor peso requieren una base firme para evitar hundimientos y mantener la espalda es una posición cómoda.
La postura determina el nivel de firmeza que más te conviene. Cuando duermes de lado, necesitas una superficie blanda que alivie hombros y caderas, y si prefieres descansar boca arriba, se recomienda una escala intermedia que conserve la columna alineada. En posición boca abajo, es mejor un colchón más rígido que te brinde estabilidad al dormir.
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Las molestias en la espalda o las articulaciones requieren un modelo que posea un buen soporte y una estructura sólida. Los colchones de sensación intermedia o firmes distribuyen el peso de forma equilibrada y disminuyen la presión en las zonas sensibles del cuerpo, favoreciendo un descanso reparador.
La comodidad cambia según cada persona, por lo que te recomendamos probar distintos colchones para reconocer cuál se adapta mejor a tu cuerpo. Al comparar materiales y grados de soporte, descubrirás el modelo que ofrece el balance ideal entre confort y estabilidad.
La percepción de un colchón impacta en la calidad del descanso. Una superficie muy blanda provoca hundimientos incómodos, mientras que una demasiado dura genera exceso de presión. En ambos casos, no podrías relajarte por completo, afectando el sueño y causando molestias físicas con el tiempo.
Un nivel de firmeza adecuado mantiene la columna en buena posición, reduce dolores en espalda, cuello y articulaciones, y favorece la circulación. Asimismo, una postura cómoda facilita descansar mejor y recuperar energía para las actividades del día siguiente.
Ahora ya sabes qué sensación del colchón es mejor según tus necesidades. No existe una regla universal, pues cada uno percibe la comodidad y el soporte de forma distinta. Al conocer estas diferencias, podrás escoger un modelo que cuide tu cuerpo y bienestar.
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